viernes, 4 de abril de 2008

EPÍLOGO HISTORIOGRÁFICO: LA GUERRA CIVIL 1891

El proyecto nacionalista de Balmaceda no alcanzó a plasmarse en una revolución democrático‑burguesa, porque en ningún momento se planteó la expulsión del imperialismo y la reforma agraria, tareas esenciales que caracterizan a una revolución de este tipo. La política de Balmaceda no contemplaba la expropiación de los latifundios y la entrega de la tierra a los campesinos pobres. Tampoco se proponía aplicar le medida antiimperialista de expropiación de las salitreras en manos de los inversionistas ingleses, sino la entrega a los chilenos de las salitreras que aun pertenecían al Estado. Esta medida, evidentemente progresiva para su tiempo, constituía un audaz intento de frenar la acelerada penetración del imperialismo, pero no pretendía expropiar a los capitalistas británicos.

A la luz de estos antecedentes objetivos se hace evidente que los partidos de la época que interpretaron este conflicto como una disputa entre el Poder Ejecutivo y el Parlamento, racionalizaron la interpretación para acomodarla a los intereses sociales y económicos que defendían. Por otra parte, nos parece sobremanera subjetiva la apreciación de Alberto Edwards Vives al sostener que el motivo del enfrentamiento se debió a que Balmaceda era de origen andaluz y la 'fronda aristocrática', de origen vasco. En una onda más sicologista aún, Francisco Encina sostuvo que la derrota de Balmaceda fue determinada por su "divorcio psicológico de la aristocracia gobernante".

Asimismo, queremos precisar algunas diferencias con Hernán Ramírez Necochea, sin dejar de reconocer que ha sido uno de los mejores analistas de este tema. Tanto el contenido como el título de su obra 'Balmaceda y la Contrarrevolución de 1891 " induce a error y confusión porque presupone que el gobierno de Balmaceda hizo una revolución.

A nuestro juicio, durante la administración de Balmaceda no hubo ninguna revolución social o democrático‑burguesa, sino una implementación de ciertas medidas reformistas de carácter nacionalista.

Hernán Ramírez sostiene que Balmaceda hizo una revolución democrático‑burguesa. Afirma que durante ese gobierno "Chile vive un proceso revolucionario que dirige la burguesía, que tiende a consolidar y ampliar el capitalismo chileno, que se orienta a facilitar el establecimiento de formas democráticas de convivencia. Por sus caracteres, se trata de un proceso que está enfilado ‑directa o indirectamente‑ contra la preponderancia imperialista, contra los remanentes de feudalismo que reposan en una estructura agraria dirigida por la oligarquía terrateniente [...]. En resumen, Chile vive una revolución democrático ‑ burguesa con perfiles bastantes nítidos y con proyecciones trascendentales".[1]

El proyecto político de Balmaceda no contemplaba la expropiación de las

El proyecto político de Balmaceda no contemplaba la expropiación de las salitreras en manos del imperialismo inglés, sino la entrega a los capitalistas nacionales de las salitreras que aun poseía el Estado. Si Balmaceda hubiera planteado y concretado la nacionalización del salitre no cabría ninguna duda en caracterizar dicha medida como democrático‑ burguesa.

Respecto de la reforma agraria, otra tarea democrático ‑ burguesa esencial, Hernán Ramírez no aporta ninguna prueba en respaldo de su tesis porque sencillamente Balmaceda no planteó en ningún momento la expropiación del latifundio y la entrega de la tierra a los campesinos, medida fundamental de todo plan de reforma agraria. De ahí que resulte insólito el análisis de Ramírez al presentar la política agraria de Balmaceda como expresión de los deseos de "la burguesía chilena que clamó vigorosa aunque inútil mente por una reforma agraria profunda que abriera plenas compuertas al modo capitalista de producción". [2]

Por el contrario, durante el gobierno de Balmaceda se agudizó el proceso de concentración de la propiedad territorial, especialmente en la zona austral; cientos de miles de hectáreas fueron entregadas a empresarios extranjeros en Magallanes, como lo hemos probado.

Hernán Ramírez sostiene que bajo Balmaceda "Chile entraba por el camino de la revolución democrático‑burguesa; esto es bajo la dirección de una burguesía nacional consecuente"**. Esta 'burguesía nacional consecuente' [3] habría estado compuesta por dos sectores: la burguesía agraria y la burguesía industrial.

Según Ramírez, durante el gobierno de Balmaceda "comienzaa a desquiciarse la base del régimen agrario tradicional; el antiguo territorio araucano rápidamente llegó a ser el principal centro de actividad agropecuaria; allí actuaba un nuevo tipo de agricultor ‑especie de burguesía rural‑ dotado de un espíritu capitalista, más emprendedor y activo que el terrateniente tradicional, que se reclutó especialmente en las filas de la burguesía y de la pequeña burguesía... La burguesía industrial, exponente genuino de la burguesía nacional, se fortaleció". [4]

A nuestro juicio, en la historia de Chile nunca existió una burguesía consecuente capaz de realizar las tareas democrático‑burguesas de reforma agraria y de expulsión el imperialismo. Cuando Balmaceda planteó en 1889 medidas concretas para frenar la penetración del imperialismo inglés en las salitreras, los sectores mayoritarios de la burguesía, que lo habían apoyado en el período 1886‑1889, no sólo le quitaron el respaldo sino que lo derrocaron.

En la guerra civil contra Balmaceda participaron los sectores mayoritarios de la burguesía: mineros, banqueros, comerciantes, terratenientes e industriales. No es efectivo que la burguesía agraria haya respaldado a Balmaceda. Los documentos de la época muestran que los elementos más representativos de la burguesía agraria tuvieron una relevante participación en la guerra civil contra Balmaceda. Los empresarios viñateros, los molineros, los dueños de las explotaciones ganaderas más modernas financiaron el movimiento anti‑balmacedista, y promovieron actos de sabotaje de las líneas férreas y telegráficas.

Otro sector que supuestamente apoyó a Balmaceda fue la burguesía industrial, exponente genuino de la burguesía nacional. En este caso, Ramírez tampoco aporta ninguna prueba en abono de su hipótesis. No hay constancia de sectores industriales que durante la guerra civil se hayan pronunciado a favor de Balmaceda.

Esta burguesía industrial, exponente genuino de la burguesía nacional, estaba integrada, en aquella época, por extranjeros residentes en Chile en su gran mayoría. La industria se encontraba en una fase embrionaria de desarrollo. No era una industria de sustitución de importaciones de productos manufacturados de consumo popular, sino una industria que trabajaba en función (le las necesidades de las empresas agropecuarias y mineras.

No existe ninguna prueba del supuesto apoyo de la burguesía industrial a Balmaceda durante la guerra civil. Al contrario, los documentos de la época, demuestran que los industriales hicieron frente único con los banqueros, mineros, terratenientes, comerciantes y salitreros ingleses.

Uno de los pocos industriales de origen chileno, José Besa, dueño de la Refinería de Azúcar de Viña del Mar, fue un destacado dirigente de la oposición, integrante del Comité rebelde de Santiago, junto al conservador Carlos Walker Martínez. Su actividad reaccionaria durante la guerra civil determinó que el gobierno le requisara una gran casa comercial que tenía en Santiago y ordenara su apresamiento.[5]

Otro industrial, Gregorio Donoso, se convirtió también en uno de los cabecillas de la oposición. Ramón Barros Luco, presidente de la Sociedad de Fomento Fabril en 1887 y miembro de su directorio en 1890, participó en el levantamiento de la Marina y fue dirigente de la Junta de Iquique. Ismael Valdés Vergara, presidente de la Sociedad de Fomento Fabril bajo el gobierno de Balmaceda, fue asimismo un activo miembro de la oposición.

Revisando los Boletines de la Sociedad de Fomento Fabril se puede comprobar que los industriales estuvieron en contra de Balmaceda durante la guerra civil. En el Boletín Nº 2 de la Sociedad de Fomento Fabril, editado en 1891, se calificaba de dictador a Balmaceda: “Reanudados ya los trabajos de la Sociedad, que fueron suspendidos durante los ocho meses de la dictadura, se comienza a imprimir un impulso serio hacia el fin, a los estudios que quedaron pendientes en aquella época”. [6] Esta burguesía industrial, se alió con el imperialismo inglés y con los banqueros, terratenientes, mineros y grandes comerciantes en el movimiento reaccionario, anti‑nacional y pro imperialista que culminó en el derrocamiento de Balmaceda.

En otra parte de su libro, Hernán Ramírez sostiene que durante el gobierno de Balmaceda, la burguesía desplazó a otros sectores de la clase dominante: "la correlación de fuerzas entre las clases dirigentes se inclina visiblemente en favor de la burguesía, que está fortalecida, que tiene en sus manos las posibilidades para hacer madurar el capitalismo en Chile". [7]

¿Cómo entender este pretendido fenómeno social de que la correlación de fuerzas entre las clases dirigentes se ha inclinado visiblemente a favor de la burguesía?. Ramírez no logra explicar cómo la burguesía desplazó a los terratenientes que "mantenían viva una estructura agraria atrasada en que prevalecían relaciones sociales de producción de carácter feudal". [8]

Para justificar a todo trance la ineludible necesidad de una revolución democrático ‑ burguesa, conducida por la burguesía industrial, conforme a la teoría de la “'revolución por etapas”, Ramírez se ha esforzado a través de todos sus libros por demostrar la existencia de un supuesto régimen feudal en Chile no sólo en la colonia sino también durante gran parte del siglo XIX. La 'aristocracia feudal', representada por los gobiernos 'pelucones' de los decenios, habría sido socavada por el surgimiento del capitalismo y de las primeras capas burguesas recién en la segunda mitad del siglo pasado. ¿Cuándo y cómo la burguesía tomó el poder desplazando a la 'aristocracia feudal'? ¿Bajo qué gobierno liberal? El cambio de la mentada correlación de fuerza, a favor de la burguesía, se habría producido, según Ramírez, durante el gobierno de Balmaceda.

En nuestra opinión, la transición al capitalismo primario exportador se remonta a fines de la colonia, consolidándose como modo de producción capitalista generalizado en la segunda mitad del s. XIX. La burguesía criolla, que tomó el poder en 1810, fue incapaz de realizar las tareas democrático - burguesas esenciales, manteniendo el atraso estructural del país y reforzando los lazos de dependencia con las metrópolis europeas. Los gobiernos 'pelucones' de Prieto, Bulnes y Montt, representantes de la burguesía comercial y terrateniente, se preocuparon fundamentalmente de impulsar la economía capitalista de exportación. Esta política fue continuada en lo fundamental por los gobiernos liberales. El ascenso de la burguesía minera al poder en alianza con la burguesía agraria, comercial y bancaria, no significó cambios sustanciales en la estructura del país. Los gobiernos liberales no realizaron la reforma agraria ni promovieron la industrialización; fomentaron la economía de exportación de materias primas y el librecambio, facilitando la penetración del capital extranjero y la entrega de las riquezas nacionales básicas al imperialismo inglés.

Balmaceda subió al poder en representación de los mismos sectores burgueses que habían apoyado a los anteriores gobiernos liberales. Su victoria electoral de 1886 no fue el resultado de una lucha por el poder entre la burguesía y una supuesta aristocracia feudal terrateniente. ¿Qué significado tiene entonces la afirmación de que bajo Balmaceda la correlación de fuerzas entre las clases dirigentes se ha inclinado visiblemente en favor de la burguesía"?. La aseveración de Ramírez se hace insostenible porque precisamente los sectores mayoritarios de la burguesía, incluida la burguesía industrial, "exponente genuina de la burguesía nacional consecuente", se coaligaron con el imperialismo inglés para aplastar el proyecto nacionalista de Balmaceda.

En esta lucha por defender las riquezas básicas del país, Balmaceda no contó con ese respaldo por una razón sociológica que cruza toda nuestra historia: en Chile nunca existió una burguesía nacional capaz de realizar las tareas democrático‑burguesas de reforma agraria y expulsión del imperialismo. Cuando Balmaceda planteó las medidas concretas para frenar la penetración del imperialismo inglés, los sectores mayoritarios de la burguesía, que lo habían apoyado en el período 1886‑1889, no sólo le quitaron el respaldo sino que se aprestaron para su derrocamiento.

Ensoberbecido por el triunfo, Eduardo Matte escribió el 19 de marzo de 1892 en el diario “El Pueblo”: "Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible".

En tono parecido se expresó “El Porvenir”, a 4 días de la muerte de Balmaceda: "Pues bien esos oligarcas están hoy en el poder... Desde que se proclamó la dictadura los diarios balmacedistas no cesaron de atizar el odio y la envidia del pobre contra el rico y de incitar a la plebe a la revolución comunista... Ahora, si cualquiera agrupación, arrogándose el título de partido, intenta encarnar el socialismo balmacedista, todos los verdaderos partidos están en el deber de negar los derechos de la beligerancia en el campo de nuestra política. Ahora es tiempo de sofocar la hiedra en su cuna; más tarde no lo será" ('El Porvenir”, 23‑09‑1891, Santiago).

El proyecto político nacionalista de Balmaceda fue el intento más relevante realizado en el siglo pasado para frenar el proceso de semi-colonización del país, que se había agudizado desde la década de 1880 con el incremento de capital financiero foráneo en las explotaciones salitreras. La caída de Balmaceda aceleró la conversión de Chile en semicolonia inglesa, cerrando una fase de la historia de la dependencia de nuestro país y abriendo una nueva ‑que analizaremos en los tomos V y VI‑ caracterizada por la enajenación de las riquezas nacionales y la aceleración de la dependencia económica y cultural.
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Fuente: Vitale, Luis, Interpretación marxista de la historia de Chile, Editorial LOM, Santiago de Chile, 1993, pp. 284-290

[1] HERNAN RAMIREZ N.: Balmaceda... op. cit. p. 249 y 250.
[2] Ibíd p. 138
[3] Ibíd p. 214
[4] Ibíd, pp. 212 y 213
[5] FRANCISCO UNDURRAGA: Recuerdos de 80 años, p. 134 ‑ 135, Imprenta Imparcial, Santiago. 1943.
[6] Boletín de la Sociedad de Fomento Fabril, Nº 2, año VIII., p. 161, 18910.
[7]HERNAN RAMIREZ N.: Balmaceda..., op. cit., p. 249.
[8] Ibíd., p. 159.

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